Colesterol: recomendaciones dietéticas para mantenerlo a raya
Publicado en23/06/2014
Por
El colesterol es un tipo de grasa fundamental en el organismo e interviene en diferentes funciones vitales. Entre los papeles que desempeña el colesterol, hay que destacar que forma parte de la estructura de las membranas celulares; es un precursor de la vitamina D (que, junto con la luz solar, contribuye a la fijación del calcio); y es necesario para la producción de hormonas como la adrenalina, los estrógenos y los andrógenos.
Colesterol ‘bueno’ y colesterol ‘malo’
El colesterol puede tener un origen interno (producido por el hígado) o externo (incorporado a través de los alimentos). En la sangre, el colesterol se une a unas moléculas llamadas lipoproteínas, que se encargan de transportarlo. El exceso de colesterol puede ser perjudicial según el tipo de lipoproteína al que vaya unido.- Colesterol malo. El que se une a las lipoproteínas de baja intensidad (LDL, en sus siglas en inglés) puede depositarse en las paredes de los vasos sanguíneos y llegar a formar ateromas. Por ello se le conoce como colesterol malo.
- Colesterol bueno. El que va unido a las lipoproteínas de alta intensidad (HDL) puede ser recuperado por el hígado y transformarlo en otras sustancias para eliminarlo o reciclarlo. Es el colesterol bueno.
Aspectos dietéticos a potenciar para una alimentación baja en colesterol
- Basar la alimentación en una dieta equilibrada y natural, intentando mantener un peso saludable.
- Fraccionar la dieta en 5 comidas al día y establecer horarios regulares para las comidas ayuda a mantener un nivel de lípidos regular en sangre.
- Aumentar el consumo de fibra. Ayuda a la eliminación del exceso de colesterol. Hay que tomar todo tipo de frutas y verduras frescas (preferiblemente las de temporada y, si es posible, de cultivo ecológico) y de algas. Es necesario comer hortalizas y verduras frescas (mínimo 2 raciones al día, 1 de ellas en crudo). También es bueno consumir ajo (preferentemente crudo) y cebolla. Debemos consumir cereales integrales en grano (arroz, mijo, cebada, avena, quinoa…) y derivados como el pan o la pasta integrales. Es necesario comer legumbres 2 o 3 veces por semana, que además de aportar fibra soluble, contienen esteroles vegetales que inhiben la absorción de colesterol.
- Consumir alimentos ricos en antioxidantes naturales: frutas y verduras de colores intensos, cítricos, té verde…
- Comer pescados blancos y sobre todo azules, preferiblemente los de tamaño pequeño: sardina, boquerón, caballa…
- Racionalizar el consumo de huevos. Se permiten 4 a la semana, según el caso. No hay que tomar más de 1 yema al día.
- Incorporar en la dieta el tofu, el seitán y el tempeh.
- Potenciar el consumo de aceite de oliva virgen (tanto en crudo como para cocinar), ya que aporta grasas monoinsaturadas y antioxidantes (aumenta el colesterol bueno, reduce el malo y evita que se oxide).
- Aumentar el consumo de ácidos omega-3. Están presentes en los pescados azules y en las semillas de chía y de lino. Favorecen la fluidez de la sangre y previenen la formación de trombos.
- Consumir semillas y frutos secos de manera moderada, especialmente nueces, almendras y avellanas.
- Optar por técnicas de cocción que aporten menos grasa (hervido, vapor, rehogado, horno…). Hay que quitar la grasa visible de la carne antes de consumirla y desgrasar los caldos de carne o de ave en frío.
- Utilizar aliños y condimentos variados que contengan zumo de limón, vinagres de buena calidad, hierbas aromáticas (albahaca, hinojo, laurel, tomillo, orégano…) y especias suaves (jengibre, comino, canela, curry, pimentón dulce…). Así, la comida será más apetitosa y reduciremos el consumo de sal.
- Apostar por leches vegetales, especialmente de avena.
- Son alimentos permitidos: carnes blancas (pollo, pavo, conejo…) sin piel ni grasa visible y magras (magro de cerdo y de ternera); jamón cocido magro o de ternera; lácteos desnatados (yogurt, kéfir y quesos frescos bajos en grasa); y caldos desgrasados.
- Consumir pocas grasas saturadas (lácteos grasos, vísceras, carnes rojas y grasas, embutidos...) y de grasas hidrogenadas (galletas, bollería industrial, frituras a altas temperaturas, margarinas…). Contienen sustancias que sobrecargan el hígado, aumentan la concentración de lípidos en sangre y favorecen los procesos oxidativos en el organismo. También hay que reducir el consumo de patés, salchichas y hamburguesas; dulces y chocolate; pescado en conserva y ahumado y marisco; coco y leche de coco.
- Quitar de la lista de la compra alimentos como platos precocinados, galletas, bollería industrial, conservas, bebidas y zumos envasados, frutas en almíbar y confitadas…
- En cuanto a las técnicas de cocción, hay que evitar los fritos y los guisos.
- Mantener a raya el azúcar, el alcohol y el café y evitar el tabaco. Son sustancias potencialmente tóxicas para el hígado y dificultan su buen funcionamiento. Si se consume alcohol, debe ser de baja graduación, especialmente vino tinto).
- Evitar el consumo innecesario de medicamentos.
También es importante…
- Hacer ejercicio físico regularmente. Además de aportar múltiples beneficios, ayuda a aumentar los niveles de colesterol bueno (HDL) y a eliminar el colesterol sobrante.
- Evitar el estrés mantenido e intentar tener un buen estado de ánimo.
Dejar un comentario
Deja su comentario
Por favor login para publicar un comentario.